viernes, 17 de enero de 2020

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          Por cortesía de Josue Espino ha llegado a nuestras manos un texto precioso. Un texto que nos erizó, a todos los profesores de esta Escuela, la piel.
          Hemos elegido esta profesión evidentemente porque nos enamora la danza y el hecho de poder compartirla y transmitirla a los que vienen detrás. Y creo que todos hemos elegido la danza para enseñar porque para nosotros tiene algo especial o nos ha aportado algo especial a nosotros. A unos nos enseñó el valor de saber expresarnos, a otros nos enseñó a sentir y a vivir de una manera diferente. Algunos aprendimos con ella lo que era sacrificarse y sudar para conseguir lo que queríamos, y a la mayoría simplemente nos cautivó.
          Han pasado muchísimos años desde que la mayoría de nosotros comenzó a bailar y otros tantos (o un poco menos para algunos) desde que comenzamos a dar clases. Poder leer un texto así, escrito por la mamá de una pequeña bailarina, es tan tan tan profundamente gratificante que no me he podido resistir al placer de compartirlo. Con la profunda esperanza de que haya algún profesor más leyéndonos y se sienta tan bien como nosotros. ¿Y por qué no? Que hayan alumnos, alumnas, mamás y papás leyéndonos y puedan entender lo que para muchos significa esta maravillosa profesión, este increíble mundo de la danza y todo lo que puede crearse dentro de un aula.
          Les dejo con el texto en cuestión y espero que lo disfruten como nosotros.

          Una mamá lleva a su pequeña a una Escuela de Danza, abona su mes con normalidad  y un señor que ve la situación le pregunta:
 - ¿Por qué gastar tanto dinero y tiempo para que tu hija practique Danza y tenga presentaciones?
          La respuesta de la mamá fue:
- Bueno tengo una confesión que hacer, yo no pago para que mi hija entrene y practique danza. ¿Sabes que estoy pagando?
Pago para que mi hija aprenda a ser disciplinada. 
Pago para que mi hija aprenda a cuidar su cuerpo y su mente. 
Pago para que mi hija aprenda a trabajar con los demás y sea una buena compañera de equipo.  Para que desarrolle su creatividad. 
Pago para que mi hija aprenda a lidiar con la decepción cuando no obtenga lo que esperaba, y descubra que la clave es trabajar más duro. 
Pago para que mi hija aprenda a alcanzar sus objetivos. 
Pago para que mi hija entienda que toma horas y horas de trabajo duro y entrenamientos para obtener resultados, y que el éxito no ocurre de la noche a la mañana. 
Pago por la oportunidad que tendrá mi hija de hacer amistades para toda la vida. 
Pago para que mi hija este en un salón de baile y no frente al televisor. 
Pago por esos momentos en que mi hija vuelve tan cansada que solo quiere llegar a descansar y no piensa ni tiene tiempo de andar de vaga o en cosas malas. 
Pago por todas las enseñanzas que esta bella disciplina le da: responsabilidad, entrega, compromiso, seguridad en sí misma, convivencia, compañerismo, sentirse capaz y capacitada, etc. 
Podría seguir, pero para ser breve; no pago por las clases de danza. Pago por las oportunidades que ofrece esta disciplina de desarrollar atributos y habilidades que le serán muy útiles a lo largo de su vida. 
Autora: Anónima
Texto por cortesía de: Josue Espino

          No puedo nombrar la fuente del texto porque también nos es desconocida. Espero que lo hayan disfrutado tanto como todos nosotros. Hoy les mando un saludo enorme, mas cariñoso de lo normal y menos cotilla, que la ocasión lo merece. 

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